INFRAESTRUCTURAS PATRIMONIALES:LA VÍA DE ARIZA Y EL FUTURO DEL TERRITORIO


Valladolid capital mundial del vino, lema resonante del pasado año en los medios que junto a manifestaciones como “El vino es el gran elemento de atracción para Valladolid”, ésta acertada del propio alcalde vallisoletano, suponen ideas que aunque suscitadas al calor del evento de un concurso internacional, hacen repicar un objetivo factible y deseable para nuestra ciudad.

Por otra parte, en el debate social a veces demasiado polarizado o incluso tendenciosamente crispado sobre el proyecto del ferrocarril en la ciudad y sus cuestionadas soluciones, con el aun no enterrado soterramiento en danza, una conclusión palmariamente madura es que el planteamiento del denominado “Plan Rogers” debe reconsiderarse radicalmente.





Asumir que el Plan Rogers está periclitado –hay que ver hasta que grado y exigencia de revisión- , nos lleva a la necesaria situación, entendible como oportunidad, de repensar los espacios de la estación y corredores aledaños (así debe hacerlo el PGOUVa en curso de revisión), incluyendo también en la perspectiva urbanística regeneradora los complejos del antiguo ferrocarril de Ariza y su Estación. Esta línea ferroviaria y sus instalaciones forman parte destacada de la memoria de la ciudad de Valladolid, capital con singular vinculación al FC en su historia y desarrollo, para la cual la recuperación de un conjunto patrimonial del interés y entidad cultural como supone el de Ariza y su estación, implica una dolorosa deuda pendiente.


Las posibilidades y las diversas propuestas, más o menos precisas o verosímiles, sugeridas en las últimas décadas para reactivar o recuperar parcialmente el servicio ferroviario, han sido tan variadas como infructuosas. Chocando contra el muro de la requerida viabilidad económica, los indudables problemas funcionales –obsolescencia, destrucción, expolio de infraestructuras e instalaciones-, la coyuntura de crisis –duradera- o la desafección general –evitemos términos tan noventayochistas como la incuria sociopolítica y cultural…-, el resultado es el actual abandono e inevitable deterioro creciente de las infraestructuras ferroviarias en desuso, con lo que conllevan tanto de pérdida patrimonial como de posible servicio de transporte.


La línea de Ariza, recuperada como un tren del Duero desde -el centro- Valladolid hasta Aranda, pasando por Peñafiel, atravesando espacios y lugares –hitos vitivinícolas, señas de identidad territorial, paisajes excepcionales…- como Abadía Retuerta, Vega Sicilia, Valbuena o conectando poblaciones del área Metropolitana de Valladolid como Laguna o Tudela, es una oportunidad de tal magnitud en su potencial que demanda mayor y renovada atención.





Las actividades enoturísticos, culturales o funcionales -de transporte ligero al menos en el primer tramo del corredor ferroviario, Valladolid – Laguna – Tudela-, ya formulados en estrategias y documentos de planificación territorial como las Directrices de Valladolid y Entorno (DOTVaent 2001)-, pueden complementarse y catalizar otras iniciativas y usos posibles para fortalecer el desarrollo del corredor del Duero en la Ribera, empezando por el tramo de la provincia vallisoletana y desde su ciudad central.

Sin soslayar dificultades y costes, empezando por un estudio riguroso de las infraestructuras –con sus conocidos problemas derivados del abandono-, de las posibilidades y viabilidad técnica y económica que condicionarán los proyectos, no podemos olvidar que lo más valioso, el corredor expedito de la vía y los magníficos paisajes, núcleos y lugares que atraviesa, siguen ahí.


Recuperar la visión de los pioneros, conectar Castilla y extender el corredor del Duero, que movilizó y construyó proyectos como el ferrocarril de Valladolid – Ariza, cobra nuevo sentido y justifica reclamar y recuperar un proyecto que hoy sigue interesando.


El futuro de Valladolid pasa por potenciar entre otros sectores de actividad de enorme recorrido como el vino, empezando por conectar, disfrutar y comprender mejor sus territorios. Del corazón recuperado de la ciudad al territorio, en el proyecto de un tren del Duero sobre la vía de Ariza, concurren tantos valores como posibilidades que no deberíamos seguir postergando.


Gregorio Vázquez Justel


Arquitecto Urbanista, Agrupación de Arquitectos Urbanistas del COACyLE


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