PATRIMONIO Y CÓDIGO TÉCNICO: tres preguntas desde la última reforma (I)

PATRIMONIO Y CÓDIGO TÉCNICO:

tres preguntas desde la última reforma (I)

Ábside capilla del Colegio de San Juan de Dios, Valladolid. 1962. Arquitecto: J. González.

Los edificios protegidos  “de particular valor histórico o arquitectónico” están liberados de la aplicación exhaustiva del reciente documento básico de energía del Código Técnico (CTE-DB-HE) que ahora se presentan a exposición pública. En la medida en que las exigencias básicas puedan alterar el carácter o aspecto de estos edificios, se aplicará con flexibilidad esta parte del CTE. Será el organismo que los haya protegido quien determine los elementos que no deben ser alterados.  
Esta decisión es, en principio, positiva, y expresa sensibilidad hacia nuestro enorme patrimonio. Pero conviene seguir analizando lo que significa y sus consecuencias.  El documento expuesto al público es una referencia técnica pero realizada desde un punto de vista teórico, y nos corresponde a los arquitectos aplicarlo en la práctica real y diaria. Surgen entonces tres preguntas: ¿de qué patrimonio estamos hablando? ¿Beneficia realmente esta exención  al patrimonio? ¿Aluden patrimonio y CTE a conceptos incompatibles?
El patrimonio que define el CTE como “protegido” de forma tan breve (lógicamente, pues no es su tarea entrar en más detalle) es vasto, variado y complejo. Se deduce de la propia redacción de esta normativa que es edificio protegido todo aquel al que una autoridad (sin determinar aún) haya otorgado valor histórico o arquitectónico específico. Acotándonos al que cumpla ambos valores, lo mismo puede ser una catedral gótica que una casa popular de tapial o un edificio en uso del movimiento moderno. Un plan general municipal, una dirección general de patrimonio cultural o la Fundación DoCoMoMo, pongamos por caso, podrían ser las autoridades referidas. La peculiaridad  de cada uno de estos casos merece un tratamiento singular. Pero junto a estos casos, bastante evidentes, hay otros muchos menos obvios que debemos preservar, en los que el respeto a la obra existente y la actualización energética o de otro tipo (sostenible) han de aunarse.
Por otra parte, si queremos un patrimonio vivo, en uso y activo, debemos ajustarlo a condiciones actuales de habitabilidad. El nivel de comodidad exigido actualmente por la sociedad es relativamente adaptable: el CTE- DB-HE determina unas condiciones de bienestar con requerimientos de economía energética que cumplirá los edificios que se construyan  a partir de ahora, y ya no será fácil aceptar condiciones inferiores, ni por comodidad ni por economía. La actualización y nuevos usos para el patrimonio son el paso irrenunciable para su preservación, tal como muchas Iniciativas muy recientes insisten [1]. Nuestro patrimonio no debería quedar lastrado de antemano en esta revitalización y no debería tampoco renunciar a alcanzar una situación tan exigente como la de una obra convencional.
¿Es posible para un edificio patrimonial  alcanzar estos niveles de exigencia que marca el CTE? Si se pretenden utilizar medios, sistemas y materiales convencionales de obra de nueva construcción, es muy posible que la respuesta sea negativa. Si se adoptan las soluciones convencionales de aislamiento,  de carpinterías o de climatización que se aplican en edificios de nueva construcción, será muy difícil mantener las características que hicieron a los edificios patrimoniales merecedores de esos valores arquitectónicos específicos y representativos. Casos hay ya suficientes en que, bajo una irrenunciable actuación de actualización o mejora energética, se han perdido imagen y contenido arquitectónicos [2].  
Por otra parte, el CTE es prestacional y no prescriptivo. Deja suficientes salidas para proponer soluciones nuevas, diferentes a las de los documentos básicos (Artículo 5, Parte I). Los edificios de nuestro patrimonio necesitarán muchas de estas “soluciones alternativas” que implican imaginación  y el CTE admite. Investigar en estos caminos puede ser un punto de partida y una excelente oportunidad para la industria. A manera de ejemplo, aislamiento por el interior; nuevos procedimientos para eliminar puentes térmicos; carpinterías de perfil oculto; sistemas de transmisión de luz natural de gran aislamiento; sistemas ligeros de climatización; materiales de poco grosor pero con gran inercia térmica; técnicas para la transmisión estacional de energía, etc., formarán parte de estrategias necesarias para asegurar  el bienestar en los edificios patrimoniales y actualizarlos, pero al mismo tiempo pueden ser el germen de soluciones industriales para obra nueva y enriquecer su repertorio[3] .
Así es que la respuesta a la tercera pregunta es que los conceptos Patrimonio y CTE no son una antinomia, sino que suponen un reto interesantísimo.  El CTE ha dejado la puerta abierta a este camino, en el que los arquitectos y técnicos prescriptores junto con la industria debemos mostrar habilidad, inteligencia y creatividad. La pelota está pues en nuestro campo.
[1] Los últimos Congresos de la Fundación DoCoMoMo han tenido como lema El patrimonio del movimiento moderno como oportunidad y herramienta de futuro” (Badajoz, abril de 2018 ) y “Metamorphosis. The Continuity of Change.(Ljubljana, agosto de 2018)

[2]  González Díaz, M.J. “Un nuevo reto: sostenibilidad y patrimonio del siglo XX” http://www.mjg.es/blog.php?p=11

[3] González Díaz, M. J. “Sustainable rehabilitation of 20th century heritage: experiences to identify barriers. Rehabilitación sostenible  del patrimonio del siglo XX: experiencias para la identificación de barreras.” 7º Congreso Europeo  sobre Eficiencia Energética y Sostenibilidad  en Arquitectura y Urbanismo. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea-  Donostia-San Sebastian, Spain 4-6 julio 2016

Madrid, julio 2018,
María Jesús González Díaz.
Dra. Arquitecta


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